CALO, DE LA DINASTIA RODRIGUEZ


«…Me inicié en esto del fútbol jugando en el SEU. Guardo un grato recuerdo de aquella época. Pasé al Triángulo; después por impulso y consejo de un teniente, creo que se llamaba Paradela, me fuía La Cultural y Deportiva Leonesa…».
Lo cuenta Ricardo Rodríguez, Calo, para muchos «el hermano de César»; para otros «el mejor de la dinastía Rodríguez» o «el mejor jugador que tuvo La Cultural», otros se inclinaban por Severino…
Lo que está claro es que Calo (q.e. p. d.) tenía peso y personalidad propia. El cubre otra etapa de esta Cultural y Deportiva Leonesa y de ella nos habla:
«César jugó algunos partidos con el SEU. También recuerdo otros nombres como Tuñón (hermano de Germán), Bobis, Paradela, Juanito Díez, Arturo… ¿El paso a La Cultural? Por una especie de fusión o absorción. Casi todos los del SEU, con Paradela al frente —era
jugador, entrenador, secretario técnico, todo— nos fuimos a La Cultural. En la primera plantilla actuaban Tuñón, Juanito, Arturo, mi hermano Severino, Jesús… Era la época de dos defensas. Yo era el derecho. A veces me «tocó» marcar a mi hermano César. En otras oca-
siones actuábamos los tres Rodríguez juntos: César, Severino y yo, defendiendo la camisola del SEU. ¿Una alineación? Anoten: Florenza; Calo, Del Pino, Severino; Sancho, Vito; Gamonal, Hernández, Isaac, Muniz y Orejón. ¿Los mejores? Pues ahora mismo, y con todo
el riesgo de incurrir en olvidos, me acuerdo de Isaac, Gamonal, Sansón…; Florenza, un gran portero que vino del Oviedo; López, que luego fué al Valencia. Les hablo de la etapa entre el 39 al 43… y es que yo, luego, me fuí al Barcelona. Jugábamos en Segunda y Tercera.
Precisamente mi máximo palmarés con La Cultural fué el ascenso a Segunda.»
Calo marchó…
«…Yo no había cobrado ni una perra en La Cultural. Mientras los jugadores de fuera se llevaban el dinero. Un día me enfadé. Hablé con el señor Amilivia que me citó en el campo para darme —dijo— cinco mil pesetas. Y luego no había dinero para mí. Parecía una tomadura de pelo. Me fuí. ¡Yo era profesional, tenía una familia que mantener! Pues me declararon en rebeldía.»
Luego llegó el traspaso al Barcelona.
«Sí. Era la temporada 43/44. Allí en el Barça estuve seis años.
Para la prensa, Curta y yo éramos los dos mejores de la zaga. Recuerdo una alineación clásica: Velasco; Curta, Calo; Gonzalvo, Sanz, Calvé ; Basora, César, Vila, Seguer y Manchón…».
Volvamos a La Cultural «que no le dió las cinco mil pesetas».
«Cobraba trescientas pesetas de sueldo, y de primas, nada. Viajábamos en tercera. Toda la noche en el tren, el partido y regreso en tren otra noche».
¿Y lesiones?
«La más grave, aquí en el Amilivia, frente al Atlético de Bilbao. Precisamente cuando se inauguró el campo. Se llevaba el partido de calle y, no es jactancia, mi lesión deshilvanó al equipo. Piensen ustedes que no se usaba eso «de los cambios».
Las anécdotas de aquella Cultural…
«Nos concentraron una vez en La Vecina, y cuando volvimos, tras unos días de relax, había engordado todo el equipo y nos tuvieron que duplicar los entrenamientos para rebajar peso…
¿Los hoteles?. Bueno, no eran precisamente de estrellas. En Zamora, una vez, dormimos ocho en una habitación».
Usted pudo ser jugador del Madrid, ¿no?
«La verdad, siempre me «tiró» el Barcelona, pero La Cultural estaba en tratos con el Madrid. Incluso llegué a jugar con ellos en partidos de preparación. En una ocasión —y según la crítica y el público— fuí el mejor de los veintidós. Tal vez por eso La Cultural puso muy alto el traspaso y quedó en nada. Me alegré, claro, pues mi ilusión era el Barcelona y jugar con mi hermano César; La Cultural cobró por mi traspaso cincuenta mil pesetas del año cuarenta y tres.
¿Mi ficha?. Hombre, era dinero. Como «llegué después» cobraba más que César y Gonzalvo…»

Volvamos a recordar la época leonesa:
«De entrenadores, elijo a Amadeo. La Cultural siempre funcionó como una familia. Te decía: «si eres el mejor…; si estos que vienen hoy no saben ni como es el balón…». Era como un padre. También recuerdo a Galarraga, Vidal, Alejandro.
¿La afición? Era, y lo digo con todos los respetos, mejor que ahora. Te seguían a todas partes. A Palencia, por ejemplo, iba medio León y en la grada, aquí, te animaban sin parar. Se remontaron muchos partidos por ese aliento; y ahora, más cómodos, sólo critican…
hay que estar allá abajo —en el césped— rodeado de contrarios, cansado, con una gran presión nerviosa, para saber qué significan los gritos de ánimo, el apoyo de la afición».
¿Hablamos de César?
«César era un jugador completo. Jugó incluso de portero. Fué en un Barcelona—Valencia. El Barça ganaba por uno a cero (gol, como no, de César) y Gorostiza lesionó a Velasco. Se colocó César bajo el arco y lo paró todo. Y jugaba de central y era un valladar y si se colocaba en el medio campo, parecía tener imán, todos los balones le llegaban a él, y de delantero… i siempre acertaba con la red!.
Aquí César no valía… marchó y se rumoreó que volvía de entrenador, pero mejor resultó que no fuera cierto.
Aquí, en una ocasión, discutió con el entrenador —no te voy a decir su nombre— sobre la manera de tirar las faltas. Recuerdo que el «mister» organizaba la barrera y César le dijo: «así entran todas». Le tachó de iluso y de poco menos que chulo. César se lo demostró: tiró diez veces y diez goles. Le enfrentaron con la directiva, incluso con sus paisanos. Y yo les aseguro a todos que César quiere y siente a León y que, esté donde esté, siempre arrimará el hombro para ayudar a La Cultural…»
