ANGELÍN, MEDIO CENTRO… ENTERO


Angelín, medio centro de la Cultural Leonesa Angel González Velilla, «Angelín», leonés de nacimiento, dió sus primeras patadas en el «Colegio Belinchón», pero su verdadera afición nació en Madrid, en el año 34… «…Sí. Allí los domingos y festivos desafiábamos a chavales de otros barrios y aprovechábamos media hora libre para «montar» un partido en cualquier calle o solar. Vine a León y seguía con el gusanillo. Actuaba en equipos modestos. Y un día, en el campo de San Mamés, me vió en acción un aficionado muy introducido en los ambientes futbolísticos. Se llamaba Eladio y era dueño de una relojería (Iris) y había sido presidente del Deportivo Leonés que se llamaba entonces León Club de Fútbol y donde militaban jugadores que habían actuado con el Recreo Industrial.
Al acabar la guerra se interesó por mí el Zaragoza y les advertí que me quedaba todavía «mili». El caso es que un día (sigo hablando del año 39), se entrevistó conmigo Domiciano Hernández que figuraba al frente de la sección de Deportes del SEU y esperaba fundar un equipo aprovechando la experiencia del SEU. Incluso me pidió consejo acerca del nombre que le pondría y le indiqué, como es natural, el nombre ya con historia, de «Cultural y Deportiva Leonesa». Domiciano no estaba muy inclinado en ese nombre, como tal Cultural, que tenía una deuda federativa que podía salir a relucir. Acabé convenciéndole que la temporada 40-41 tenía que empezar, también en fútbol, con un «borrón y cuenta nueva…». Así sucedió y el equipo empezó a jugar en el propio campo del SEU ubicado en lo que hoy llamamos Polígono de Renueva. Se militaba en categoría regional con equipos asturianos. Y al quedar campeones ascendimos a Tercera. El primer entrenador que tuvimos fué Isidro —que había sido jugador culturalista— y después le sustituyó Paradela, teniente del ejército, que hacía «doblete», pues entrenaba y jugaba…».
Seguimos recordando.
«En la temporada 41-42, se pasó al campo de «La Corredera». Fueron llegando jugadores. A Paradela, por ejemplo, lo sustituyó Amadeo, asturiano, portero que fuera famoso en el Sporting de Gijón; más tarde Vidal que había actuado en el Atlético de Bilbao; estaban López, otro gran guardamenta; los defensas Calo y Román; los medios Severino, Inchaurbe y Gamonal, Hernández, Orejón, Isaac, Sánchez. Conseguimos el ascenso a Segunda tras vencer en una especie de liguilla a Racing de Sama, Valladolid, Ferrol, Santander y Deportivo de La Coruña. Precisamente actuando contra el Coruña me lesioné gravemente y de forma totalmente fortuita. Pisé mal —posiblemente habría un hoyo en el terreno— y al hacer un giro con el cuerpo me cargué la rodilla. Fué definitivo, la retirada.»
Angelín, medio centro a la antigua, era un jugador cerebral y gran dominador del juego con la cabeza.
«En efecto. En el colegio de Madrid, en el que estuve interno varios años, no nos dejaban. jugar con el balón en el verano y nosotros lo solucionábamos jugando con pelotas de tenis, lo que te obligaba a una especie de malabarismo. No era extraño, que después, con el balón llegase a recoger algunos en salto y paralizarlos sobre «la testa». De ahí que, como decían los cronistas, efectuase servicios y pases increíbles con la cabeza…
Antes; el juego —esta es mi teoría y respeto, por supuesto, a quienes no la compartan— era más abierto, de más penetración, más vistoso. Con las tácticas de hoy (jugar a no perder) y esas murallas en la defensa o ese camelo de «centro—campismo» el fútbol se ha ido perdiendo. Yo, ni voy…».
Sigamos recordando aquel tiempo, Angel.
«Desde luego se jugaba por afición. De concentraciones nada. Yo salía de trabajar y ya, directivamente, tenía que coger el tren para ir a Ponferrada. La ficha era de mil pesetas y la última vez sólo cobré quinientas, pues me dijo el Presidente de entonces que era el único dinero que había. Como sueldo nos daban doscientas cincuenta pesetas al mes…». ¿Qué jugadores, de aquellos tiempos, destacaría usted?


«Varios, pero si tuviera que elegir uno, sin duda Isaac. Un delantero centro con furia, velocidad y disparo fuera de lo normal. Y que no quiso —sí, así como suena— triunfar en el fútbol, pues el Barcelona y el Español se interesaron por sus servicios. También se puede destacar a Román, un gran defensa, que estudiaba en «La Veterinaria» y se marchó luego al Real Oviedo…». Y usted… ¿no pudo o no quiso emigrar? «Me pude ir, si. El Oviedo se interesó vivamente y antes —e incluso después— de la lesión, me quería el Celta. El Sr. Rocha llevó las negociaciones. Fíjese como sería que estaban dispuestos a pagar mil pesetas por partido sin compromiso de contrato. Pero no deseaba irme de León y aquí me quedé». Hay un capítulo obligado: las anécdotas. «Pues hombre, por aquel entonces (y pese a que no era tan popular el fútbol ni había televisión) te llevabas sorpresas increíbles. Una vez Paradela y yo (que veníamos de jugar un partido en Tomelloso) perdimos el tren en «Cinco Casas» un pueblo que tenía, eso, cinco casas y doce vecinos. Allí en el andén se me acercó un señor desconocido que me dijo: «hombre, Angelín, usted por aquí». Como yo no le reconocía, se explicó: «No, si no me conoce, pero es que yo soy hincha del fútbol y le vi jugar muchas veces en Palencia y como usted lo hacía tan bien, me quedé con su nombre y su físico…». Otra vez en Palencia —ganamos uno a cero y conseguimos el ascenso— las estaba dando todas y el público, a favor del equipo local, como era lógico, se pasó todo el partido gritándome: «ya podrás ganar y correr y chutar, viejo…, a ver cuando te retiras…». Y yo, entonces, tenía veinte años.» Angel González Velilla, Angelín, es una institución en León. Desde aquellos primeros tiempos del «Colegio Belinchón» hasta la última época de titular fué uno de los grandes animadores del fútbol leonés que le recuerda y le recordará siempre. Es esta etapa fue Presidente Don Francisco G. Valdés y con el formaron directiva, entre otros, D. José Reyero, D. Antonio Nieto, D. Santiago Baños, D. Francisco García y Don Andrés Seco.
