AMILIVIA, UN «PRESI» DE PRIMERA

Antonio Amilivia, fué sin duda, el presidente culturalista que obtuvo más fama. Sólo hay que recordar que su nombre se vincula a la etapa más gloriosa de La Cultural y Deportiva Leonesa al conseguir entre los años 52 y 54 el pase de Tercera a Primera División con lo que se nutre la historia de una ocasión única.
Antonio Amilivia y Zubillaga, capitán del equipo de su escuela y vencedor del campeonato universitario en el ario 22; suplente del Atlético de Madrid; Presidente del Racing Club Langreano en el año 27 (se consiguió el subcampeonato de Asturias); delegado de equipo
en la Junta del Atlético de Madrid entre los años 32 al 35, tratando a Vidal, Petland, Samitier, Ricardo Zamora, formidables técnicos del fútbol, llegó a La Cultural en el año 42. Nos lo cuenta ahora:
«Fernando Alonso Balbuena, a quien le unía una gran amistad con mi primo Miguel Angel Vicente Mangas y quien sin duda le habló de mi afición y experiencia en esto del fútbol, me habló un día del verano del 42 en representación —explicaba— de un grupo de partidarios de La Cultural. Y me hicieron Presidente. En el año 42, con Amadeo de entrenador, formaban en la directiva —entre otros— Luis Rojo Melero, José Reyero, Nicolás Alonso, Cosme, Felipe Ruipérez.
Después volví y en una ocasión inolvidable (años 52 a 56) con el ascenso a Segunda y, seguidamente, a Primera.
Me acuerdo, como no, de varios amigos que formaron conmigo aquellas Juntas: Enrique Barthe, Fernando Pereira y Segundo Espinosa. Este último fué siempre Secretario Técnico por sus conocimientos de los Reglamentos y del juego. Era vicepresidente Antonio Nieto y
Secretario Paradela. Pertenecieron, también, a la Primera Junta oficiales de Aviación como los entonces comandantes Jofre y Carmona.
José Fernández y Natividad Rodríguez son otros nombres que ahora recuerdo así como los cronistas de la época: Crémer, Joaquín Nieves, Kike, Roherre, Tuñón…».
Esta época se consolidó en el campo de «El Ejido», pero ¿cómo se hizo posible el estadio municipal que hoy lleva su nombre?
«Verán: cuando se cerró el campo llamado de «La Corredera» nos fuimos al Ejido. Hicimos un pequeño arreglo ensanchándolo, poniendo nuevos tendidos, pero —con todo— se iba haciendo pequeño ya que la afición crecía a marchas forzadas. Como dato puedo decir-
les que en los desplazamientos a Mieres, Turón, Ponferrada, etc., organizábamos trenes especiales a precios reducidos gracias, todo hay que contarlo, a las facilidades de los amigos de «Renfe». El aumento de la afición y la comprensión del entonces alcalde, y gran amigo, Alfredo Alvarez Cadórniga y todo su equipo cooperativo, hicieron posible el milagro. Claro que no sería justo olvidarse del que fué el más entusiasta culturalista, Juan Victoriano Barquero, gobernador civil, que nos ayudó muchísimo. Empezó por entregarme cincuenta mil pesetas. Recordemos que La Cultural —cuando nos hicimos cargo del club— estaba enterrada en Tercera, sin equipo, con muchas deudas y con una habitación como domicilio social (y cedido, gentilmente, por la Federación Regional). Pues bien… el gobernador civil además de esas cincuenta mil pesetas que ya les dije, abogó acerca del alcalde para que acelerase los trámites de la construcción del estadio y nos cedió un estupendo local en la calle Alcázar de Toledo para que instalásemos el club. Recordando todo esto me doy cuenta que siempre han pagado mis pobres esfuerzos; que por muchas penas y preocupaciones que hubiera arrostrado al pilotar la nave culturalista se me pagó con creces, con exceso, con una magnanimidad que no merezco al dar al estadio municipal mi nombre. Lo acepto en representación de todos los que componen una época gloriosa de nuestra Cultural, comenzando por Barquero y continuando con Cadómiga, Blanco Pérez,
Manuel Arroyo feliz continuador. Como ya dije en su día ellos son coprotagonistas de esa etapa…»
Aquellos, dicen todos, fueron los mejores años de La Cultural.
Háblenos, señor Amilivia, de ellos…
«Recuerdo, por ejemplo, que tuvimos mil y pico de socios, iniciamos una campana para conseguir dos mil quinientos que llamábamos «la campaña del millón de pesetas».


En cuanto a entrenadores, guardo grandes recuerdos de Alejandro, Díaz y Ortuzar. El más ignorante, al menos a mi entender, Amadeo. Los más trabajadores Galarraga y Calleja, pero todos, todos, muy buena gente.
Entre mis mejores recuerdos está, sin duda, la inauguración del Estadio Municipal, en octubre del 55 con el Atlético de Bilbao y La Cultural de protagonistas. El aforo oficial entonces era — y creo que seguirá siendo— de 11.500 espectadores. Bien. Aquella tarde presenciaron el encuentro 25.000 personas. Ya recordarán ustedes que se perdió por una parcialísima actuación arbitral (penalty perdonado a Garay; gol concedido fuera de juego)».
El ascenso se lograba con una plantilla de jugadores «de Tercera» (allí habían estado dos años antes) y el descenso se debió, según parece, a una serie de circunstancias y, algunas, extra—deportivas…
«Bueno, sinceramente. Hubo de todo un poco. Parcialidad en los arbitrajes, en esa inevitable inclinación de los trencillas hacia los grandes con grave perjuicio hacia los pequeños. También en el fracaso de una suscripción pública a la que debió volcarse todo León —el deportivo y el otro— para conseguir el millón de pesetas necesario (sólo recaudamos cien mil pesetas) que nos hubiera dado derecho al fichaje, y no cesión, de Pérez—Andreu, Barragán y Galbis. Recordarán ustedes que estos tres jugadores no pudieron ser alineados contra su ex—equipo quien nos visitaba con fuerte prima del Murcia. Aquel partido, que debíamos haber ganado, se perdió y con él nuestra posibilidad de salvación.
Tal vez como un final reflejo de la justicia, el Murcia nos acompañaba en el descenso».
Sr. Amilivia: se pretende aquí hacer una historia o «saga» de La Cultural. Contar la verdad. Y ¿es verdad que —y perdón por la expresión— usted hacía de su capa un sayo? ¿que era el mandamás indiscutible del equipo?
«Ja, ja… no, no. Eso me supervalora. Estoy en deuda con quienes así piensan. Resultaría que el mérito fué sólo mío. No, no es cierto y demuestra un total desconocimiento de las personas que compusieron mis distintas juntas. ¿Puede admitirse que no tuvieran
criterio, ni parecer, ni «buena boca», hombres como Kike, Barthe, Eliseo G. Omar…? ¿Iban a decir amén siempre personalidades tan acusadas como Luis Solana, Pereira, Espinosa, Ricardo Gavilanes, Felipe Ruipérez, Alfredo Carvajal, Octavio Puente? iPues menudas broncas teníamos a veces…! iSi se oían los gritos desde la calle!
¿Dictador yo teniendo al lado a Vicente Serrano, Enrique Salgado, José Campelo, José Fernández, Salvador Juan Coma, Agustín Iglesias, Simarro, Antón Menéndez, Orejas, Casado, Froilán, Amancio Matachana, Juanito García, Luis Roberto Antón, Angel Arce, Manuel Riesco, Toribio Morán, Félix Conde Cossío, Cipriano García Lubén y más, muchos más, que mi memoria ahora no logra recordar…? No, por favor… no. Lo que sucedía es que yo exponía mi opinión y, perdón por la inmodestia, solía ser buena. Y entonces se adherían todos o casi todos. No voy a darme importancia de sabihondo pero después de tantos años de «pescante» hay dos cosas de las que creo sé bastante: carbón y fútbol… Claro que no es ningún mérito, pues he pasado la vida dedicándome a ambas cosas.»
Hay que seguir con el bisturí de las preguntas, señor Amilivia.
¿a usted el fútbol le costó dinero?
«A mí y a todos los miembros de las Juntas que presidí. Pregunte, pregunte a ellos. Malas lenguas y peores conciencias hicieron mucho daño con mentirijillas…, pequeños bulos…, insinuaciones, que colmaron nuestra copa de acíbar. Pero les he despreciado. Desdeñado.
Y no me quedan recuerdos. Sólo atesoro los buenos y repito que me considero pagado, muy bien pagado, de todos los esfuerzos realizados. Los homenajes que a mí (y a los míos) nos tributaron, son los recuerdos que importan, con ellos comparto estas alegrías y con todos y cada uno la insignia de oro y brillantes que me impusieron.»
Hay, don Antonio, un recuerdo especial…
«Sí, Aquella procesión o peregrinación que hicimos desde el campo de El Ejido, el día del ascenso a Primera, al frente de un grupo ingente de aficionados, caminando a pie hasta el Gobierno Civil para ofrecer el triunfo a ese gran valedor Juan Victoriano Barquero. Ese es, sin duda, el mejor de los recuerdos. Y también aquel banquete— homenaje a toda la Junta Directiva en el restaurante Rocha… o aquel en que me entregaron un álbum de firmas que guardo como una reliquia pues en él están las fotografías de todos cuantos acudieron. Y la
insignia de oro y, repito, el inmerecido honor de titular el Estadio Municipal con mi nombre.»
Acaba así otro capítulo de la historia culturalista. Sin duda el más brillante. Donde se ha contado como un equipo, capitaneado por un gran hombre, llegó hasta el máximo. Y el hombre que tenía el timón era Antonio Amilivia, querido y respetado por todos los que
quieren a la ciudad y al Club de sus amores…
Directiva de don Antonio Amilivia y Zubillaga, bajo cuya dirección La Cultural Leonesa ascendió de Tercera a Segunda División y de ésta a la División de honor en la temporada 1.954/55:
Presidente: D. Antonio Amilivia y Zubillaga.
Vicepresidentes: D. Enrique Barthe Pastrana, D. Fernando A. Balbuena Pereira.
Secretario General: D. Jose Fernández Pérez.
Secretario Adjunto: D. Eliseo González Omar.
Tesorero: D. Luis Solana.
Contador: D. Fernando Diago.
Secretario Técnico: D. Segundo Espinosa.
Vocales: D. Manuel Riesco del Potro, D. Gabriel Ramos Sabugo, D. Alfredo Carbajal, D. Octavio Puente Fernández, D. José Campelo, D. Amancio Matachana, D. Baldomero Lobato Puente, D. Agustín Iglesias, D. Julián Herreros Rueda, D. Antón Menéndez, D. Vicente Serrano Serrano, D. Joaquín Casado, D. Luis Simarro Peña, D. Ricardo Gavilanes Cubero, D. Natividad Rodríguez, D. Juan García González, D. Froilán Díez Alonso, D. Félix Conde de Cossío, D. Alfonso Zarauza, D. Luis Roberto Antón, D. Mariano Rodríguez Galindo, D. Enrique Salgado Benavides, D. Jose Echegaray, D. Toribio Morán Fernández, D. Arsenio Orejas. Entrenador: Román Galarraga.
