FERNANDO R. PANDIELLA ¡Y AL FIN SUPO DE FÚTBOL!

A don Fernando Rodriguez Pandiella (q.e.p.d.) le quedaban pequeños los calificativos. Hay que usar los superlativos para hablar de su generosidad, entrañable cariño a León…, su campechanería.
Emigrante (en busca, como otros muchos, de fortuna) zarpa rumbo a las Américas y pasa veinte años en Cuba. Allí le hacen presidente de «Los diablos rojos», club de fútbol que no era mefistofélico sino aguerrido. No sabe, confesión propia, nada de penalties o tiros indirectos pero consigue importantes triunfos.
Le entrevistamos (a primeros de febrero del 76) en su despacho, aprovechando lo que entonces parecía feliz y total recuperación.
Nos dijo:
«Yo estuve los años 45, 46 y 47, si. ¿Compañeros…? Veamos… José Fernández Ladreda, que era director del INI; Manolo Riesco, Palacín; grandes y directos colaboradores. Antonio Alvarez Arias —secretario técnico del club— y un hombre incansable y el que más sabía:
Tagarro. Y es que yo, oigan ustedes, no entendía nada de fútbol…».
Hay que preguntarle como llegó a La Cultural. Don Fernando responde rápido:
«…Embarcado. Sí… embarcado. Hubo un lío fenomenal después del partido con el Albacete. Se desmanteló el club, el equipo.
Quedarnos sin jugadores, sin directiva y condenados a no sé cuantos años… Bueno, pues unos amigos se acordaron de mi. El primero en decírmelo fué Manolo, el del Regina: «…que oye, no se puede dejar morir a La Cultural. Aquí estoy yo, les contesté y… ial toro!.
Tenía buenos amigos en la Federación (por negocios, no por nada del balompié) y no iba a echarme atrás. Pudo más mi leonesismo que cualquier otras razones. Era el seis de agosto, lo recuerdo, cuando me «estrené» como Presidente. No había nada. Los jugadores castigados, el club lleno de deudas… Con el respaldo de buenos amigos «me metí en harina». Visité en Madrid a Cabot, secretario general de la Federación, y se arregló todo. Me dieron carta blanca y me autorizaron a tomar decisiones. Se suspendió el castigo a jugadores y club. Me entrevisté con Tagarro y con la ayuda de Félix Conde Cossío nos dirigimos a la cantera: Severino, Isaac (recuerdo que tuve que convencer a su madre, casi llorando, para que le dejase venir a jugar)… a otros más. El caso era demostrar que La Cultural vivía. Pero mal podíamos vivir sin campo, oigan… No se había pagado La Corredera durante cinco meses. Nos dejaron jugar allí unos partidos como favor especial y luego la la calle!. Apelamos al campo de «Aviación» donde nos cobraban —y por adelantado— cinco mil pesetas por partido.
Entrenábamos en los Agustinos, en Armunia,.., donde podíamos.
Socios ni uno… bueno, los directivos. Lo que pasa es que de golpe nos metimos en quinientos. Ya sabéis, comprometiendo a los amigos. Le enviábamos a casa el recibo del club o le cogíamos el dinero en mano. Y a pagar facturas. Bueno… todas no, lo reconozco.
Las que podíamos. Hay detalles pintorescos. Algunas facturas eran de los jugadores… y venían recibos hechos por sus padres. ¿Ayudas…?
Hombre y ¿a qué puerta llamabas…? El Ayuntamiento tenía entonces un presupuesto total de seis millones. Les pedías cinco duros y saltaban. Pero sí…, algo dieron. Y las autoridades. Se nos perdonaron algunos impuestos. Pero de dar… de dar, nada. Entonces echaba mano a la cartera. A mi me costó aquella temporada unos cuantos miles de duros. Todos los domingos… venga,_la mano al bolso. Y la administración se llevaba con tiralíneas. Tagarro exprimía las pesetas.
Yo le decía que era capaz de hacer con una…dos.
¿Cuánto costaba el fútbol…? Bueno… las primas eran de cien o doscientas pesetas. La entrada mayor, en toda mi historia, sumó cuatro mil pesetas. Quedábamos cada lunes con la mano temblando… no llegaba, depués de pagar gastos, para el desplazamiento. Y… vuelta a tirar de la cartera…».
Fernando Rodríguez Pandiella parece rejuvenecer con los recuerdos. No rehúye un sólo tema. Y va y cuenta:
«Yo soñaba siempre con un nuevo campo. Un año quedamos a a punto para el ascenso en competencia con Aviación. Ellos tenían más posibilidades pues les llegaba el empate.

Incluso se habló, en la calle, de un arreglo amistoso… Fué un partido famoso. En La Corredera (ja, ja, ja) que acabó con cierto lío. Carmona vino (sigue con los recuerdos, como borbotones) a disolver la Maestranza.
Yo estaba en el Ayuntamiento y preparé el Hípico y se pensaba en el campo del fútbol para otra zona. Bueno… sin dinero, ni patrimonio ni campo, anuncié mi dimisión. Ahí les dejo el club con once mil pesetas en caja después de haber pagado un montón de deudas.
Construyan un campo…
Me relevaría Rocha, ese gran gallego que tanto hizo por el fútbol leonés…».
Fernando Rodriguez Pandiella sigue recordando:
«…El fútbol da más disgustos que alegría. Si ganas, es el equipo o fulano, que marcó el gol. Si pierdes, la directiva, que no tiene ni idea…
Nosotros, a los tres días de hacernos cargo del club, fuimos con el dinero para seguir con la Corredera y no lo aceptaron.
Anécdotas…, pues, pero no lo cuenten, una vez hicimos un viaje al Norte sin un duro y nos fuimos sin pagar… aún cuando el lunes les enviamos el dinero al hotel. Otra vez el partido empezó media hora más tarde pues el árbitro no llegaba…, luego confesó que creía no
cobrar su trabajo…
Y el partido contra El Aviación… ya se hablará de eso dentro de cinco o diez años. Menudo lío… no, no… yo no quiero contar nada..
Se le iluminan los ojos y termina diciendo:
«…Al final acabó por gustarme el fútbol. Soy socio de honor, con carné y pagando recibo, del Gijón, Madrid, Sevilla… y sigo pagando las cuotas de La Cultural desde hace cuarenta y cinco años. Primero en «El Petardo»…, luego en San Mamés y hasta ahora».
Con Fernando R. Pandiella formaron directiva: D. Jaime Rojo, D. Gregorio Alarma, D. Manuel Riesco del Potro y D. Félix Conde Cossío, Vicepresidentes. Secretario: D. Antonio Alvarez Arias y Vocales: D. Florencio Redondo, D. Manuel Castaño, D. José Fernández
Ladreda, D. Juan José Corral, D. Ramón Díez, D. A. Palacín Martí-
nez y D. Federico Tagarro Román.
