ANTONIO DIEZ GONZÁLEZ

Se asoma a esta «saga» un ex—presidente: don Antonio Díez González que reside en Matallana de Torío, pero no por eso se ha olvidado de «su Cultural». A don Antonio le «cedió el testigo» don Salvador Rocha que ya desfiló por esta serie.
«Sí. Efectivamente. Salvador fué quien me entregó La Cultural… «me lancé a la aventura, por La Cultural». Fué la temporada 50/51. Teníamos trescientos socios. Se hizo una campana hasta llegar a quinientos. Creo que 530, exactamente. Se trajo a Antonio Molinos como entrenador. Y seguimos con gestiones. En la puerta estaba Guerra. Parecía que la defensa estaba un poco floja. Tras muchas negociaciones fichamos a Galarraga de portero; luego a Rubio (procedente del Madrid), Montoliú que venía de Zaragoza, Berna y dos o tres cuyos nombres no recuerdo».
Y de dinero ¿qué?
«Amigo Tuñón iqué tiempos aquellos! Galarraga costó, aproximadamente, 30.000 pesetas. Los demás, menos».
¿Y cómo fué su «pase» a la Presidencia?
«Tras una Junta de la Directiva. Nadie quería hacerse cargo. Se hizo a Valladolid mi propuesta (a la Federación) se aprobó y… allí me metí. ¿Compañeros?: Continuaba Salvador como directivo; Jesús el de la Coyantina. Germán Nistal… no recuerdo más. Pasaron muchos años».
Usted le dejó «los trastes» al Sr. Amilivia. Ya era otra Cultural, ¿no…?
«Pues, sinceramente… le quedó mejor que la había cogido yo.
Ya les contó el amigo Salvador que nosotros no teníamos dinero, ni campo, ni socios, ni equipo… y Antonio contaba, al empezar, con un bloque… yo no diré que bueno o malo. Pero algo había. Más que nosotros, desde luego… Estaba el equipo en Tercera División y era «uno de los gallitos». Aquel año creo recordar el equipo acabó de tercero a cuarto».
¿Cuota de los socios?
«Pues 25 pesetas; 70 o 75 y 100. Eran otros tiempos y otros «duros». ¿Si perdí dinero? Hombre, personalmente un poquitín…
pero no hay que hablar de eso ahora. Ya sabe esos pequeños gastos, los desplazamientos que iban a nuestra cuenta… Yo recuerdo taquillas de diez y doce mil pesetas. No llegaba para los desplazamientos…
¿Sueldo de los jugadores…? Entre dos mil quinientas y mil pesetas.
Los de León eran los que cobraban menos… Sí, cantera había: Macario, Chuca, Guerra, Armando, Gelito. Unos veinte jugadores «de casa» y los seis fichajes «sonados».»
¿Hubo que traspasar a alguno?
«Desgraciadamente sí. Cuando faltaban cuatro partidos para concluir el campeonato liguero (y ya sin posibilidades) y con mucha necesidad de «positivo» tuvimos que traspasar a Montoliú y otro (lamentó no acordarme ahora de su nombre) por treinta mil pesetas».
¿Y por qué se fué?
«Verá… había estado en la Directiva con Salvador Rocha, luego pasé a Presidente y la gente se gasta, se quema…»
¿Alguna vez pidieron su cabeza desde la grada?
«Hombre, no. Tuve suerte. Y además estábamos «en familia».
Bueno, en serio. Yo me había hecho cargo del equipo explicando de dónde partíamos y hasta dónde podíamos llegar. No había aspiraciones y entonces nadie esperaba más de lo justo. Incluso (en el aspecto deportivo) se consiguió más de lo previsto. Siempre estuvimos, como digo, entre los mejores».
Háblenos de Molinos, entrenador.
«A los dos meses y medio… cesó. Le sustituyó Galarraga (era guardameta y entrenador) y el equipo fue a más. Molinos nos creaba problemas económicos… viajes, estancia en sitios caros. Vamos, que no era entrenador para nosotros. ¡Ojo!, no estoy hablando de su aspecto profesional. Creo que era muy capaz».
Se acabó la temporada 50/51 y…
«Bueno. Cesé al llegar a final de temporada. Se celebró una Asamblea General y resultó elegido don Antonio Amilivia

Nuestros datos aseguran que usted volvió otra vez.
«Ciertamente. En la directiva que presidía don José Montes, un sevillano afincado en León por razón de cargo (era técnico de Hacienda) y conmigo estaban —que recuerde— Juanido Díez, Ramiro Jover, Manolo Arroyo, Azurmendi. Diecisiete o dieciocho…»
Era una directiva con mucho dinero ¿no?
«Arriesgó bastante dinero… sin darle publicidad, pero sí se hizo mucho».
¿Sería más fácil ahora?
«De verdad, creo que sí. Antes —en aquella época— era un equipo pobre, sin afición, con sólo gastos».
¿Y los fichajes?
«Bueno, yo insisto. Para ser Presidente ahora de La Cultural (o directivo) hace falta disponer de mucho dinero. Con dinero hay equipo y es el equipo el que hace a una afición. Y, además, creo sinceramente que debemos poner los pies en el suelo. León, por su capacidad…, por lo que demuestra, al menos, no puede aspirar a más que a un equipo de Segunda, de los de no pasar problemas y que base su economía en su cantera…».
Sigamos con el ayer. Estamos en la directiva del señor Montes…
«Bueno. Cuando se marchó se hizo cargo Eduardo López que estaba en la directiva. Bueno… y un par de temporadas me hice cargo del Júpiter. Al ser directivo culturalista estaba vinculado al equipo «pequeño». Y me designaron para dirigirlo… fué con jugadores leoneses. Entre ellos Félix».
Y al marcharse ¿dejaron alguna deuda?
«No… nada. Unas ocho o diez mil pesetas».
Le pregunto ahora al aficionado ¿quiénes han sido los mejores presidentes para usted…?
«Sin duda la época de Amilivia. Luego creo que la de Montes.
Sin duda para todo el mundo el «hombre milagro» fue don Antonio.
De Tercera a Segunda y de ahí a Primera. El León deportivo tiene una gran deuda con él».
Bien. de aquellos jugadores del 50/51, ¿pasó alguno a Primera?
«Sí. Galarraga, que se hizo entrenador en León. Aquí hizo los cursillos. Creo que Macario; me parece que Chuca y Armando (por lo menos en Segunda).»
Y en cuanto al fútbol ¿aquél o este?
«Son cosas distintas. Un partido de «hoy» entre un equipo inglés y un conjunto holandés, por ejemplo es un espectáculo. Un partido normal resulta bastante aburrido. Todos juegan a no perder. Y luego está demasiado profesionalizado. A mí me parece que en aquella época los jugadores ponían más interés. Vivían de eso, por supuesto, pero sentían tanto la victoria por el placer de ganar como por la prima. Aun más, creo…».
¿Hay alguna anécdota?
«Miles. Pero yo recuerdo ahora un partido en Zamora que salimos escoltados dos veces. En una ocasión iba de espectador el que estaba de capitán de la Policía Armada y recuerdo que me dijo: «Si no lo veo, no lo creo». Es que el público no dejaba jugar, te tiraban piedras pequeñas, si te acercabas a la banda te daban con cualquier cosa. Yo creo que hay aficionados que ganaron así, más puntos que sus delanteros».
¿Y los arbitrajes?
iQué voy a decir! Pitaban «al compás» de la hinchada. Campos pequeños, los forofos encima… yo siempre dije que al «Amilivia» le sobran huecos libres a los lados… que los jugadores no sientes el aliento de su afición como en otros sitios. Y en otros lugares iban con paraguas y botas altas. Era una especie de «cruzada» ganar al rival.
Bueno… o merecías un marcador de tres tantos de diferencia o regresabas sin puntuar. Afortunadamente eso ha mejorado mucho…».
¿Cantera o jugadores famosos?
«Siempre cantera. Aunque sea un club rico. Y si además te mueves con presupuestos bajos ino digamos nada! Pero eso sí. A los chicos de casa —si valen— hay que pagarles como el que más. No son nombres… sino hombres. Si rinde el muchacho hay que darle lo justo. Al mismo nivel que los más encumbrados. Yo recuerdo jugadores que eran muy buenos… pero no exponían. Y me acuerdo de chicos de casa que lo daban todo. Y suplían su falta de técnica con un derroche de facultades y un gran amor a sus colores. En nuestra directiva, de verdad, no había diferencias. Hablo de sueldos. Ficha no… pero eso es otra cosa».
¿Las primas?
«Teníamos mil pesetas fuera y quinientas por ganar en casa.
Recuerdo la racha de once partidos sin perder y nuestro esfuerzo económico para recompensarles…».
¿Y cuánto cobraba Molinos?
«No sé si me-equivocaré. Pero creo que setenta o setenta y cinco mil pesetas. Ya era cifra para aquel entonces…».
Señor Díez González, ¿qué número de asociado tiene usted?
«Recuerdo que llegué a tener el treinta y tantos. Ahora tengo el dos mil quinientos. Y antes el mil setecientos. No se respetaron los libros de Registro…».
Vale. Es un buen final.
Con el señor Díez figuraron en su Junta, entre otros: D. Salvador Rocha, D. Jesús Pérez, D. Germán Nistal, D. Ramiro Ramos.